martes, 23 de junio de 2009

Antisolemne y soñador a los 80 años, don Paco Ignacio Taibo es escritor sin remedio

* Homenaje póstumo al jefe de la reconocida tribu de periodistas y escritores.
* Esta entrevista se publicó en la revista Gente Sur el 15 de septiembre de 2004.
* Va con dedicatoria cariñosísima para PIT II, Benito, Carlos y doña Maricarmen.
* Dejó que esos ocho decenios pasaran y transcurrieran como siempre quiso.

Luis Alberto García / Revista Gente Sur / Carta Mesoamericana

“La escritura es oficio ético, político y social, en el cual lectores y escritores compartimos pensamientos críticos, utópicos, sueños, ilusiones y geografías’’, define el autor de medio centenar de novelas, libros sobre cine, humor y gastronomía, memorias, crónicas, adaptaciones de obras de teatro, guiones para televisión y miles de artículos.

Para Francisco Ignacio Taibo Lavilla González Nava Suárez Vich Manjón Boluna, mejor conocido como Paco Ignacio Taibo I –nacido en Gijón, Asturias, el 19 de junio de 1924, aunque no le guste recordarlo–, cumplir 80 años ha sido algo bastante sencillo, pues dice que lo único que ha hecho es dejar que esos ocho decenios pasen y hayan transcurrido como siempre quiso.

Después tranquilizó a quienes se pusieron melancólicos por ese motivo, un domingo de agosto pasado durante su homenaje en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de las Bellas Artes de la ciudad de México. “No te fijes, todavía hay cuerda para rato”, expresó.

Aún recordamos las visitas que hacíamos en años mozos a Culiacán 6, en la colonia Roma, de donde en 1975 se mudó a su actual casa-museo, a cuatro cuadras de distancia, para recibirnos vestido de noche; es decir, de batín a rayas y pijama abajo.

Aquel mediodía inolvidable, familiares y amigos del escritor y periodista, mexicano por decisión propia, llenaron el salón de actos de Bellas Artes para celebrar a un hombre que, como lo describió Luis Javier Solana –el primero y el mejor de sus amigos– ha sido un ser excepcional, al considerar que difícilmente la vida intelectual del país hubiera sido la misma sin las aportaciones de “la tribu Taibo” desde su llegada a México, en 1950.




Solana dijo que Paco y Maricarmen Mahojo, su esposa, realizaron una tarea de embajadores, de puente entre esa España que durante tanto tiempo estuvo alejada de México; y fue ahí cuando Taibo I se vio a punto de las lágrimas, disfrutando la ceremonia y observando a quienes nos encontrábamos en las butacas del recinto, y por supuesto, sus tres hijos –Paco Ignacio, Benito y Carlos–, quienes también tomaron la palabra para evocar hazañas y momentos emotivos a quien con cariño llaman el Jefe.

Carlos, maestro de cine, se presentó como obrero fílmico que heredó ciertas cualidades de su padre: “Este encantador bigotón –dijo– me enseñó que la honestidad, la amabilidad, la humildad y la sinceridad son la llave para la felicidad y la amistad”. En tanto, Benito se encargó de describir diez fotos mostrando al padre, al profesional, al escritor y al amigo.

Paco Ignacio II, el mayor de sus hijos -amigo de la Preparatoria 1 de San Ildefonso, donde un profesor esquizoide de nombre Luis Rivera Pérez nos mandó a examen extraordinario especial a fines de 1967-, recordó que una de las principales características del “Circo Ataibo” era la irreverencia.

“Cuando le dijeron en Gijón que habría una calle que llevaría su nombre, informó a la familia y dijo con tono displicente: Cuando esté la placa puesta voy un día y me meo. El resto de la familia dijo: te acompañamos”.


¿Por qué celebrar 80 años de vida de tu padre?, preguntamos a PIT II.

“Celebramos una manera de entender el acto de escribir, que no hace distingos entre el periodismo, la novela, el teatro, que piensa que escribir es un arte mayor siempre. Que el periodismo es una de las bellas artes manipulada, destruida, agobiada; pero al fin y al cabo, es el oficio mediante el cual los sordos recuperan el oído, los mudos la palabra y los ciegos vuelven a ver”.

Días después del homenaje, con Héctor García cámara en ristre y el entrevistado de batín listado –que luego trocó por un bonito chaleco de lana– nos confesó que lo difícil no es hablar o escribir a diario, sino tener algo de qué escribir o conversar cada día.



“No es grave escribir, sino intentar pensar, y por ello soy parlanchín y me cansaría mi propio silencio. Si dejo de escribir será que la respiración se me fue’’, apuntó el entrañable narrador, quien nos obsequió autografiado La mitad de nada, libro escrito con Enrique Castillo-Pesado, con quien conduce un programa de radio desde 1997.

Naturalizado mexicano en 1958, el Jefe Taibo volvió a mostrarse en esta entrevista sonriente y agradecido, como el “antisolemne irredento” que llenó de anécdotas y recuerdos la sala, la estancia y el comedor de la casa, exponiendo cómo ha sido su vida y su trabajo, profundizando en el compromiso ético y social con la escritura y su manera de vivir y entender la literatura y el acto de escribir, al saber que ponerse en el lado de la dignidad conduce al lector por el camino de la reivindicación de los sueños.

En medio de un jugueteo verbal entre dos personajes de dimensiones descomunales –él mismo y el gran Héctor que no dejaba de disparar su recién estrenada cámara digital– festejamos de igual manera lo dicho entonces.

“Estamos ante la idea de que el trabajo con la escritura es oficio ético, político y social, en el cual lectores y escritores compartimos pensamientos críticos, utópicos, sueños, ilusiones y geografías’’, pondera.

Taibo I es autor de medio centenar de novelas, libros sobre cine, humor y gastronomía, memorias, crónicas, adaptaciones de obras de teatro, guiones para televisión y múltiples artículos, padre además del Gato Culto, figura permanente en la página cultural de El Universal, que habla a través de la sabiduría risueña del sentido común, capaz de expresar verdades incontestables en cuatro o cinco palabras.

Entre sus obras se encuentran Fuga, hierro y fuego, Para parar las aguas del olvido, Los cazadores, Enciclopedia del cine cómico, Por el gusto de estar con ustedes, Encuentro de dos fogones, Breviario del mole poblano y El hombre sin corbata, que dan cuenta de los trabajos y manera de ser de Paco Ignacio Taibo I.

Con voz bajita, rodeado de cuadros de arcángeles y barcos de miniatura, don Paco dijo que los Taibo son una familia irreverente frente a todo lo que está mal en el país, y afirmó que no pasará a la gloria por ser el creador de personajes que alardean de la desmemoria que él practicó toda su vida.

Sus hijos dicen haber construido una relación profunda cuyo cemento es la ética, el debate político, la discusión, la palabra escrita, el oficio y la manera de entender y vivir, mientras PIT I asevera: “El acto de la creación es uno, fantasmas y demonios incluidos, porque son muchos años de quemar cartuchos de computadoras, cintas de máquina de escribir y robando papel para conseguir, con la palabra escrita, un mundo mejor, simpático y transparente”.

Con muchísimos años de conocerse, Héctor García terció y dijo: “Taibo I posee el don de la amistad y de la inmortalidad, que cuenta todo lo que le dejen contar y una parte de lo que no le dejen”.

Otros están seguros de que estableció un convenio con su mente para no escribir la verdad, ni toda la verdad, nada más que la verdad y, sin embargo, seguir escribiendo con humildad y sensibilidad, legados –estimó Taibo– para la felicidad y la amistad.

“Formé una familia anárquica que no tiene álbumes de fotografías, salvo dos cajones revueltos con ellas; pero me gustan así porque la memoria no sigue ninguna regla cuando le da por recordar: son ciertos olores, paisajes y frases las que detonan el archivo mental”, sentenció feliz, e insistió: “soy un hombre que ejerce un oficio social: escribir, y practico una profesión que se complementa con el hábito y el goce de la lectura”.

Llevando y trayendo ideas dispersas, don Paco confió en que ambos –hábito y goce–deben ser de primer orden para el ser humano. “Para eso, la poesía es lo mejor que hay, pues permite acercarnos a la emoción y al amor, y por ello Antonio Machado es mi poeta de cabecera”, dijo serenamente sentado en una poltrona a la mitad de la sala.

En 1934 –cuenta–, el alzamiento de los mineros asturianos fue reprimido y los Taibo Lavilla dejaron España. Paco y su hermano Amaro fueron enviados a Francia y Bélgica a estudiar.

“Hubo un breve retorno, y la rebelión fascista contra la República –cuando mi padre y mi tío editaban el periódico Avance– los llevó a la cárcel: fue cuando entré de mensajero en una librería de Oviedo.”

Ese fue su primer contacto serio con las letras, para luego pasar como auxiliar de redacción de El Comercio, convertirse en reportero y llegar hasta la dirección, acomodándose a todas las tareas, incluida la de cronista de carreras de bicicletas en la celebérrima Vuelta de Francia.

Al revelar la firmeza de esa vocación que se expresó al dedicar el libro obsequiado al entrevistador, muy seriecito al apoyarse en una mesa redonda rematada con un florero, ineludible, inmodificablemente, concluyó con apenas unas brevísimas palabras:

“A los 80 años ya no tengo remedio: ya no podré dejar de ser escritor”.

miércoles, 17 de junio de 2009

Orígenes de Nahuatzen, Michoacán

Por Luis Alberto García

El siguiente texto procede de una transcripción autentificada por el Registro Agrario Nacional en Morelia, Michoacán, tomada de un documento copiado en 1932 y de otro que no está fechado, en el que se describe la formación de Nahuatzen, cuyos orígenes se remontan hacia el primer tercio del siglo XVI, cuando, de acuerdo con esa versión, las tierras ocupadas por este pueblo le fueron otorgadas a una señora que los indios llamaron Nana Guari Huapa, nombre que, traducido del purhépecha al castellano, significa Hija de la Luna.

Ella había comprado a los indígenas de Cherán y Sivinan o Sevina un terreno de una caballería de tierra por cada pueblo, partiendo de la línea divisoria única que existía entre ambos, tomando posesión de su propiedad y conociendo a los indios de Xharacatan hacia 1534; sin embargo, al separarse definitivamente del lugar sólo se despidió de los ellos dejándoles sus propiedades.
Éstos decidieron vivir en ellas y establecieron como mojonera una cruz de cantera, en una loma ubicada entre los pueblos indios de Sevina y Cherán quienes, al no ver a la Nana Guari Huapa, reclamaron sus propiedades a los de Xaracatán, que acudieron con el rey o cazonci Tzintzincha, soberano del reino tarasco cuya residencia estaba en Tzintzuzan, para exponerle la situación, y éste decidió que tocaran por ocho días el teponaxtle sin descansar.
Si nadie los interrumpía durante ese tiempo, el territorio sería de ellos y así fue; pero para evitar conflictos con los pobladores de Cherán y Sevina, el rey mandó que se deslindaran las tierras, incluyendo en la escrituración o titulación a los indios de otro lugar conocido como El Rincón, para fundar definitivamente el pueblo de Nahuatzen.

He aquí el documento de referencia, encontrado tras exhaustiva búsqueda en la capital michoacana con la ayuda de Luis Zamora Maldonado, secretario del archivo agrario:
“Al margen, de seis fojas útiles, un sello con el escudo nacional que dice: Estados Unidos Mexicanos, Lic. Manuel Ochoa Notario, Núm. 4. Uruapan, Michoacán. Timbres debidamente cancelados en cada foja, por valor de 0.55 cincuenta y cinco centavos. Al Centro:
“En la ciudad de Uruapan, a las doce horas del día dos de enero de mil novecientos treinta y dos. Yo, el licenciado Manuel Ochoa, Notario Público número cuatro, en ejercicio y con residencia en esta ciudad, doy fe de haber recibido y tener a la vista el documento que es a la letra como sigue:
“En 1525, con permiso de los indígenas de Sivinan o Sevina, se estableció una señora que indios llamaron Nana Guari Huapa o Hija de la Luna, en una loma donde había muchas piedras grandes y que aún existen, bastante lejos de un sitio conocido como el Tzirimu, porque había en aquella remota época un corpulento fresno sobre el camino entre Nahuatzen y Comachuén, que con el tiempo se convirtió en la plaza principal de Sevina.
“Esta señora vendía comida a los que transitaban por aquellos lugares, y se relacionó y fue bien querida de los indígenas de Cherán y Sevina, a quienes un día les propuso que le vendieran un terreno para vivir, pues pensaba radicarse en el lugar definitivamente.
“Después de algunos días en que sevinenses y cheranenses consultaron la opinión general de los demás vecinos, acordaron mutuamente venderle una caballería de tierra a cada pueblo, partiendo de la línea divisoria única que existía entre ambos poblados para concertar la venta sin dificultad, de modo que la señora Nana Guari Huapa quedó en plena posesión como legítima y única dueña de las tierras.
“Una vez dueña, en quieta y pacífica posesión de las tierras que acababa de adquirir por compra, empezaron a visitarla unos indios desconocidos para ella y le platicaron que pertenecían a una pequeña congregación que se encontraba no lejos a aquel sitio, en un punto denominado Xaracatán, que no tenían seguridad del terreno que ocupaban, que tenían poco contacto con los pueblos vecinos, y que podía decirse que eran indios errantes ignorados de los pueblos de la Sierra.
“La señora los compadecía y, aun cuando se ignoraba la procedencia de ella pues no era de la raza purhépecha, dominaba bien el idioma y conversaba con ellos amigablemente. Así continuaron las relaciones amistosas entre los indios y la señora, estrechándose más día a día con los de Xaracatán, y en varias ocasiones los indios de este lugar, llevando a una familia, la visitaban y ella agradecida los agasajaba, los consolaba y correspondía sus visitas permaneciendo entre ellos días enteros en sus chozas de orcones y zacate, por lo que pudo darse cuenta de que eran industriosos.
“Tenían ollas de barro, metates y molcajetes de piedra fabricados por ellos y, aunque en pequeño ya sembraban maíz, para su alimentación cazaban algunos animales de los frondosos cerros cercanos. Sería en 1534 cuando la señora pensó separarse definitivamente de aquel lugar y sólo lo comunicó a sus fieles y buenos amigos de Xaracatán, a quienes donó las tierras que había comprado, señalándoles personalmente sus linderos, siendo el centro o punto de partida para la medición el lugar donde actualmente existe una capilla que lleva por nombre El Hospital, sitio abandonado durante muchos años, a pesar de que en su techo aún se conservan bellos frescos en los que predominan los colores rojo y azul, en lo que hoy es una de las esquinas de la plaza principal de Sevina.

“Una vez que hubo entregado a los indios el terreno mencionado la señora desapareció por encanto, sin saberse hacia dónde se fue ni por dónde. Los indios de Xaracatán no perdieron el tiempo, empezaron a cambiarse colocando una cruz grande de cantera que aún existe en el lugar que la señora les señaló y que era el mismo que los indios de Cherán y Sevina tenían como límite de sus linderos y de allí midieron una caballería de tierra, los de Sevina, para el oriente y los de Cherán otra caballería de tierra al poniente.
“Pasados algunos meses, los indios se dieron cuenta de que la señora había desaparecido misteriosamente y de que los indios de Xaracatán se habían apoderado de las tierras que le habían vendido a ella, y los pobladores de ambos lugares se comunicaron entre sí realizando varias reuniones para ponerse de acuerdo y definir la actitud que debían de asumir ante los indios de Xaracatán.
“Resolvieron expulsarlos de aquellos lugares y se presentaron reclamando la propiedad de las tierras y, como recibieran por contestación que la señora Nana Guari Huapa los puso en posesión por donación espontánea, los indígenas de los pueblos reclamantes vacilaron creyendo que tal vez la señora no estaría lejos.
“Pensaron que vendría a preguntarles porqué habiendo vendido las tierras ahora las reclamaban a los indios que ella, con el derecho de dueña, había puesto en posesión y así dejaron pasar otros meses, mientras los indios de Xaracatán siguieron su obra para afianzar su posesión, construyendo una huatapera o casa de piedra para los caciques y para reunir a los indios en sus fiestas religiosas.
“Los habitantes de Cherán y Sevina observaban con atención los trabajos que hacían para fincar un pueblo nuevo en sus tierras y, viendo que pasaba el tiempo y la señora no volvía ni sabían su paradero por más qué se habían esforzado enviando exploraciones a buscarla, resolvieron hacerl la segunda reclamación dando un plazo para que desocuparan las tierras.
“Los indios de Xaracatán, al ser notificados, respondieron lo mismo que la primera vez: esto es, que Nana Guari Huapa, como dueña de las tierras por compra que hizo a los mismos pueblos reclamantes, las donó y puso en posesión de ellas, sólo que esta vez, como ya empezaban a organizarse y se les había unido otro pequeño grupo de indios que de entre ellos mismos hacía algunos años atrás, se habían separado de Xaracatán, yéndose a refugiar al llano grande en el punto que hoy se nombra El Rincón.
“Acordaron en una junta enviar una comisión a Tzintzuntzan, a ver al cazonci Tzintzicha, soberano del reino, para hacerle patente su situación ante la amenaza de los pueblos de Cherán y Sevina y el derecho de posesión que les correspondía de las tierras cedidas amistosamente por la señora.
El rey Tzintzicha recibió a los indios comisionados y después de escuchar con verdadera atención la exposición que hacían en su queja, para resolver aquel caso reunió a sus consejeros por el espacio de tres días y al fin, por acuerdo de los sabios de la corte, se ordenó a los indios de Xaracatán que volvieran a su lugar y por el espacio de ocho días consecutivos tocaran el teponaxtle día y noche y que, si durante ese tiempo ninguno de los pueblos DE Cherán y Sevina que reclamaban las tierras se presentaban a desobedecer aquella orden, entonces quedarían como dueños legítimos de aquellas tierras.
Los indios de Xaracatán volvieron a sus hogares, convocaron a una reunión a todos los vecinos de la congregación, dieron cuenta del resultado, de su comisión y, sin pérdida de tiempo, al siguiente día para cumplir la orden real empezaron a tocar el teponaxtle a todo vuelo y sin descansar hasta que se cumplieron ocho días y sin que nadie los interrumpieran durante ese tiempo.
Dos días después los indios de Xaracatán enviaron a Tzintzuntzan a la misma comisión para dar cuenta al rey Tzintzicha de haber cumplido religiosamente con la orden, consistente en que durante una semana, nadie interrumpiera que se tocara el teponaxtle.
Para oir en audiencia pública a la comisión, el rey reunió a sus sabios, quienes observaban el relato de los indios con atención, y después de que éstos en representación de la congregación a que pertenecían juraron sumisión y obediencia al rey en cuanto les mandara, los sabios dijeron al monarca que los de Xaracatán eran acreedores y dueños de las tierras adquiridas por donación por haber cumplido fielmente con las órdenes de la Corte.
Por lo mismo, se les debía expedir su titulo de propiedad, integrándoseles mediante el uso de plumas de ave firmados por el rey Tzintzincha, y entregados a la comisión que regresó llena de júbilo a sus lugares de origen, reuniendo a los vecinos y anunciando haber triunfado, mostrando entonces los títulos legítimos de las tierras donadas, cuyos linderos se extendían hasta El Rincón, por haberse unido los indios que habitaban aquel lugar y que habían tenido en quieta y pacífica posesión.
Regocijados por aquel triunfo a su favor, hicieron suntuosas fiestas, tocaron nuevamente el teponaxtle, bailaron, dispararon sus flechas a todas direcciones y dieron gracias a sus dioses Nana Guari y Tata Juriata (Nana Luna y Papá Sol), porque ya eran dueños de tan bastantes tierras.
Los indios de Xaracatán siguieron su obra de construcción, y con más brío empezaron a edificar la capilla que hoy lleva el nombre de El Hospital, dedicada a sus cultos religiosos; pero los indios de Cherán y Sevina, cuando vieron que la señora no volvía más, se pusieron de acuerdo y enviaron grandes comisiones a ver el rey y le enviaron muchos presentes.
El cazonci los recibió en audiencia pública rodeado de los sabios consejeros y, una vez que expusieron el objeto de su presencia, manifestando ser dueños de las tierras durante siglos, el rey les dijo que los sentía mucho; pero que su queja era tardía pues los indios de Xaracatán y de El Rincón se habían anticipado cumpliendo fielmente con las órdenes de aquel soberano: se les habían expedido ya los títulos de propiedad de las tierras que poseían y que por lo mismo no podía en lo sucesivo arrebatarles las tierras que habían adquirido legalmente y que ellos mismos habían vendido.
Los comisionados salieron tristes y contrariados del palacio real, volviendo a sus pueblos sumamente indignados y con odio irreconciliable contra sus nuevos vecinos, quienes se habían adueñado y quedado a mitad de su línea divisoria; pero el rey Tzintzicha, al darse cuenta del disgusto que causó a los de Cherán y Sevina, ordenó que uno de sus sacerdotes, custodiado por un fuerte número de guerreros de la corte, que se trasladara al lugar donde se asentaban los indios de Xaracatán para que recorriera todos los linderos y diera posesión de las tierras en su nombre, conforme a los títulos que había expedido.
Se hicieron los preparativos y el noble con su traje del séquito real, se encaminó al lugar designado, al que llegó por la noche, cuando los indios se encontraban adorando a Nana Guari y Tata Juriata, de modo que, al día siguiente, salieron a recorrer los linderos tomando como punto de partida el ojo de agua de Xaracatán que hoy lleva por nombre Pocito Hediondo.
De ahí caminaron hacia el poniente hasta llegar al cerrito de Agarutácuaro, subieron al cerro grande con la misma dirección hacia donde está un llanito en la falda del cerro llamado Teres Juata, perteneciente a la comunidad de Aranza, que pusieron el nombre de Tres Cruces, para caminar rumbo al norte, pasando por un punto que hoy se nombra Lagunilla.
Caminaron aún más, entre cerros y lomeríos hasta llegar a la cumbre alta del Juanillo, bajaron por una cuchilla, llegaron a El Rincón y encontraron las chozas de los indios cheranecos que se unieron a los Xaracatán.
Siguieron más al norte en línea recta, cruzando el llano grande y pasando por un punto llamado El Pinal, hasta encontrar el camino que conduce de Cherán a Nahuatzen, donde los indios pusieron un montón de piedras y más tarde hasta llegar a un cerrito que se llama el cerrito del Aire.
De este lugar desciende la línea que llega a dos pozos de agua, siguiendo hacia el oriente para llegar al cerro del Guarín, curvear hasta ubicar el monte del Pilón hasta La Mojonera, donde se puso otro montón de piedras bien hecho y, más tarde, fundar el pueblo de ese nombre.
De este lugar, caminando línea recta, se encuentra el ojo de agua de Angaruen; y de allí se pasa por el palo de los ahorcados, hasta llegar al punto llamado el llano del Coyote.
Hacia sur se llega al pozo de Caratácua y al rancho de San Isidro y al cerro de El Capen, hasta encontrar una lomita con piedras grandes y un punto llamado el Tzirimu de Sivinan o Sevina, lugar donde estuvo la señora que los indios llamaban Nana Guari Huapa.
De este lugar, siguiendo línea recta cruzando el llano hasta encontrar otra loma y el Pinabete, los indios encontraron nuevamente el ojo de agua del Pocito Hediondo, lugar de partida donde se dio por terminada la posesión, volviendo al lugar donde se formaba el pueblo que hoy es Nahuatzen.
De ahí regresó la comitiva real a Tzintzuntzán para dar cuenta al rey Tzintzicha de haber cumplido religiosamente con su orden sin que nadie se presentara en su recorrido a protestar contra aquel otorgamiento de tierras.
Los indígenas que antes pertenecieron a la congregación de Xaracatán siguieron la construcción de un templo, que hasta entonces sólo se conocía por indios del Rincón, quienes pensaron buscar el nombre que debía llevar el nuevo pueblo y, como es lugar donde hiela bastante, optaron por nombrarlo Yahuatzen ( o lugar de heladas, para derivar con el tiempo en el nombre actual.
El pueblo fue creciendo, dedicándose luego sus moradores a la agricultura y más tarde a aprender varios oficios, como el tejido de cobijas de lana para su propio uso, cuya calidad fueron mejorando debido a la llegada del santo varón don Vasco de Quiroga, quien visitó esos lugares, en los que enseñó carpintería, curtiduría de pieles, talabartería, albañilería, zapatería, platería, hojalatería, música y comercio.
Nahuatzen pronto obtuvo la categoría de cabecera municipal, y ya con un nuevo nombre, en la época colonial, tuvo frecuentes visitas de misiones españolas que continuaron la obra de don Vasco, como se ve por su templo y torre de magnífica construcción, dedicados a San Luis IX, rey de Francia.
Por el material empleado, se calcula se inició en 1535, incluida la Huatapera, que más tarde, cuando los indígenas eran numerosos y con los nuevos ritos cristianos de los españoles, la convirtieron en lugar de reunión de los principales caciques, que se congregaban allí para dedicarla a sus fiestas.
En 1902, en la única visita que hizo el gobernador de Michoacán, Aristeo Mercado, éste ordenó que demolieran la Huatapera, para que en su lugar se edificara una escuela, según cuentan los testigos Jesús Quiróz y Rafael Lauro Moreno, “mayores de edad, casados, comerciantes, mexicanos, vecinos de esta ciudad, de mi conocimiento y con aptitud legal para testificar, de lo que doy fe. J. Jesús”, de acuerdo con el licenciado Manuel Ochoa.
Como final, esta historia concluye así: “Rubricados, es copia que certifico, tomada fielmente de su original a que me remito y de que doy fe. Se expide en cinco fojas útiles, con los timbres de ley, debidamente cancelados, para uso de la comunidad de indígenas del pueblo de Nahuatzen. Va corregida y cotejada. Uruapan, a 2 de enero de 1932. Es copia que certifico está fielmente tomada de su original que obra en poder de la comunidad de indígenas de este lugar, cuyo título me file presentado por el ciudadano Leopoldo Molina, presidente del Comité Administrativo de la citada comunidad y del cual doy fe tenerlo a la vista y haberlo cotejado debidamente. Expidiendo la presente a instancia del expresado ciudadano Leopoldo Molina, con el carácter indicado, para los usos que estime conveniente, habiéndose adherido y cancelado los timbres respectivos conforme a la Ley. Nahuatzen, Michoacán, a 17 diecisiete de octubre de 1934.El Secretario. Luis Zamora Maldonado.”
Archivo del Registro Agrario Nacional de Morelia, Restitución de tierras, exp. 21 (Nahuatzen, Michoacán).










Nahuatzen
Significa “lugar donde hiela” y se considera que los chichimecas, primeros entre los grupos que se asentaron en el actual territorio de Michoacán, fundaron esa comunidad con el nombre de Yahuani.


Escudo
El escudo de Nahuatzen se puede admirar en la cantera de la torre de la iglesia, concluida en 1550.

Significado de los colores:
El rojo simboliza la unión.
El plateado es referencia a la Luna.
El amarillo al Sol.
El azul es el agua que existe al oriente de ese territorio.
El maíz es símbolo de que los purhépechas vienen de esa gramínea.
Las águilas son representativas de la región desde tiempos ancestrales, lo mismo que el jabalí de los montes aledaños.

Historia
La fundación de Nahuatzen se llevó a cabo en 1525 por tribus de Xaracatán –poblado llamado por los españoles San Juan Zaracatán- situado a unos tres kilómetros y medio al sureste del actual Nahuatzen.

Los fundadores, según la tradición, vinieron de un pueblo llamado hoy El Cortijo -se ubicaron en Nahuatzen porque les gustó para descansar-; pero éste estaba junto a una laguna con poca agua, por lo que decidieron abandonarlo, aunque luego se unieron San Miguel, Xaracatán, El Rincón y algunos otros hasta formar un solo pueblo.

El antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán escribe lo siguiente sobre la fundación de Nahuatzen: “No parece haber sido un pueblo purhépecha, sino una inclusión ‘teca’ establecida en el corazón serrano, cuya iglesia conserva todavía la fecha del 25 de agosto de 1550 en que fue iniciada su construcción por frailes franciscanos y dedicándola a San Luis IX, rey de Francia.

Esta fecha señala, además de la fundación de la iglesia, la del poblado, cuyo antiguo asentamiento, según se dice, estaba a tres kilómetros y medio al sur, en Xaracatán.

Durante todo el siglo XVIII, Nahuatzen dependió religiosa y administrativamente de Sivinan o Sevina, aunque al parecer había adquirido mayor importancia que este pueblo situado entre los cerros del Capén y de la Virgen, sobre el sendero a Comachuén.

Don Luis García Romero, hermano menor del doctor Gabriel García Romero, el personaje más distinguido en la historia de Nahuatzen, cuenta que el poblado, en 1822, pertenecía a la tenencia de Paracho, contaba con 1451 habitantes dedicados a la crianza de ovejas, a la fabricación de cobijas, a la curtiduría, a la zapatería, a producir frutas y a la explotación de madera para la elaboración de muebles y artesanías.

Por la ley territorial del 10 de diciembre de 1831, Nahuatzen se constituyó en municipio, y el 25 de marzo de 1836, por decreto del Congreso del estado, se le separó la tenencia de Comachuén, que pasó a jurisdicción de Tingambato.

Personajes ilustres
Gabriel García Romero, médico nacido el 18 de marzo de 1869 -hijo de don Luis Gonzaga García y de doña Reducinda Romero, él hijo de españoles, ella, hija de indígenas purhépechas- fallecido el 15 de agosto de 1915 en Pátzcuaro, donde ejerció su profesión desde 1895, procreó con doña María Trinidad Munguía Díaz, originaria de Tacámbaro y sobrina del obispo Clemente de Jesús Munguía, a Rafael, Gabriel y Miguel García Munguía, nacidos en 1895, 1897 y 1907.

Cronología de hechos históricos
1822.- Es tenencia del municipio de Paracho.
1831.- El 10 de diciembre se constituye en cabecera municipal.
1836.- Se le separa la tenencia de Comachuén.

Medio físico y localización
Se localiza al noroeste del estado de Michoacán, en las coordenadas 19º 39’ de latitud norte y 101º 55’ de longitud oeste, a 2420 metros sobre el nivel del mar. Limita al norte con Zacapu, al noroeste con Cherán, al este con Erongarícuaro, al sur con Tingambato y Uruapan, y al oeste con Paracho. Su distancia a Morelia es de 105 kilómetros.




Extensión
Su superficie es de 304.48 kilómetros cuadrados y representa un 0.52 por ciento del total del estado.

Orografía
Su relieve lo constituyen el sistema volcánico transversal, la sierra de Nahuatzen, y los cerros del Pilón, las Flores o el Huachán, el Juanillo o San Marcos, el Capén, La Virgen y los Cuates.

Hidrografía
Su hidrografía está constituida por los manantiales del Pilón y otros de agua fría.

Clima
Su clima es frío con lluvias en verano, tiene una precipitación pluvial de 861.5 mililitros y temperaturas que oscilan de 2.3 a 20.4º centígrados.

Principales ecosistemas
En el municipio dominan los bosques de coníferas, con pinos, oyameles y juníperos; y el bosque mixto, con pinos, encinos, cedros y ailes. Su fauna se conforma por cacomixtles, coyotes, gatos monteses, liebres, ardillas, zorrillos, codornices, tecolotes, chachalacas, palomas torcazas y patos silvestres.

Recursos naturales
Su principal recurso es el forestal. Se explota principalmente el pino para la extracción de resina, la elaboración de muebles y patas de las sillas, mesas, cabeceras, y todo necesario para la elaboración de muebles.

Características y uso del suelo
Los suelos del municipio datan de los periodos cenozoico, terciario inferior y eoceno,y corresponden principalmente a los tipos de pradera, de montaña y podzólico. Su uso es principalmente forestal y en menor proporción agrícola para cultivo de maíz.

Perfil sociodemográfico

Grupos étnicos

Según el Censo General de Población y Vivienda, en el municipio habitan 7147 personas que hablan lengua indígena, de las cuales 3460 son hombres y 3687 son mujeres, con el purhépecha como la principal lengua.

Evolución demográfica
En el municipio de Nahuatzen la población representaba el 0.58 por ciento del total del estado. Para 2005 había una población de 22,038 habitantes, su tasa de crecimiento es del 1.26 por ciento anual y la densidad de población es de 72 habitantes por kilómetro cuadrado. El número de mujeres es algo mayor al de hombres.

Religión
La religión predominante es la católica.


Infraestructura social y de comunicaciones

Educación

El municipio cuenta con centros educativos de preescolar, primaria, secundaria, así como de un CBTA.

Salud
En cuanto a servicios de salud, el municipio tiene tres clínicas del IMSS y consultorios y médicos particulares

Abasto
El abasto se realiza fundamentalmente a través de tianguis semanales y tiendas misceláneas.

Deporte
Hay una unidad deportiva, canchas de básquetbol y campos de futbol.

Vivienda
De acuerdo al último censo, había 3,803 viviendas, predominando las construidas con madera, seguidas por las de tabique, adobe y otros materiales.

Servicios públicos

• Agua potable 80 %
• Drenaje 45 %
• Pavimentación 20 %
• Alumbrado público 70 %
• Electrificación 95 %
• Recolección de basura en 70 % de la cabecera municipal.
• El rastro cubre el 80% de la demanda.
• Cloración del agua 80 %
• Seguridad pública 45 %


Además, el ayuntamiento administra los servicios de parques y jardines, edificios públicos, unidades deportivas y recreativas, monumentos y fuentes, entre otros.

Medios de comunicación
Hay cobertura de periódicos regionales y estatales, repetidoras de radio AM-FM y canales de televisión.

Vías de comunicación
El municipio esta comunicado por la carretera federal Morelia-Uruapan-Lázaro Cárdenas en el tramo Pátzcuaro-Uruapan con desviación en Cherán. Tiene comunicación a sus localidades a través de 12 kilómetros de caminos pavimentados y 25 kilómetros de caminos de terracería. Cuenta con teléfono, correo, servicio de taxis, transporte de carga y autobuses foráneos.

Actividad económica

Agricultura
Es su principal actividad económica, los principales cultivos son: maíz, trigo, papa, haba y avena.

Ganadería
Ocupa la segunda actividad económica en importancia: se cría ganado bovino, lanar, caballar y caprino-lanar, representando estos dos sectores, con la silvicultura, el 40% de su actividad económica.

Industria
Se cuenta con una planta recicladora de desechos sólidos “Tanin Iretécha S.A.” y hay industrialización de abonos orgánicos producidos en la planta, representando el 37% de su actividad económica.

Turismo
Por su ubicación y sus atractivos naturales, existen las condiciones para el desarrollo de proyectos.

Comercio
Hay tiendas de calzado, ropa, materiales para la construcción, papelerías y misceláneas que representan el 5% de su actividad económica.

Servicios
Solamente cuenta con una casa de huéspedes y servicio de restaurante y de taxi.

Atractivos culturales y turísticos

Monumentos históricos

Existe la parroquia de San Luis Rey en la cabecera municipal; la parroquia del Espíritu Santo y la capilla del mismo nombre; la parroquia de Santa María y la capilla del antiguo hospital en Sevina, tres kilómetros al sur de Nahuatzen; en Comachuén está la capilla de Santa María; en Turícuaro el templo de San Andrés y la Casa Cural.

Fiestas, danzas y tradiciones
25 de agosto.- Fiesta del patrón del pueblo en honor a San Luis IX rey de Francia en donde se ejecuta la Danza de los Moros, de Los Soldaditos, de las maringuías y concursos de textiles y artesanías de madera, sin faltar sus tradicionales jaripeos y corridas de toros.

15 de agosto.- Festejos de la Virgen de la Asunción con la Danza de Moros y la fiesta en honor al Santo Cristo Negro de Esquipulas que se celebra en febrero.
12 de diciembre.- Fiesta en honor a la Virgen de Guadalupe,sin faltar los casamientos con sus costumbres locales y la celebración de bailes de XV años y bautizos.

Música
Sones y pirecuas, sin faltar el gusto por la música de bandas de viento.

Artesanías
Tallado de las famosas columnas talladas en madera de pino para las trojes o casas tradicionales, máscaras y mantelería bordada, guanengos y blusas, servilletas, rebozos tejidos en tela de cintura y muebles rústicos

Gastronomía
Alimentos: churipo o caldo de verduras y carne de res, además de comidas regionales a base de maíz como las corundas y los huchepos con crema y nata.

Centros turísticos
Las construcciones arquitectónicas de la época colonial en Sevina y Comachuén.

Gobierno
Cabecera municipal: Nahuatzen, a una distancia de la capital del estado de 105 kilómetros.

Otras localidades

Sevina

Es la antigua Sivinan, uno de los pueblos indígenas más antiguos de la Meseta Tarasca, a una distancia de la cabecera municipal de tres kilómetros. Sus principales actividades económicas son la agricultura y la explotación forestal. Cuenta con 2,712 habitantes.

Arantepacua
Su distancia a la cabecera municipal es de ocho kilómetros. Sus principales actividades económicas son las mismas de Sevina. Cuenta con 2,178 habitantes.

San Isidro
Su distancia a la cabecera municipal es de 11 kilómetros. Su principal actividad económica es la agricultura. Cuenta con 1,161 habitantes.

Comachuén
Su distancia a la cabecera municipal es de diez kilómetros. Su principal actividad económica es la forestal. Cuenta con 3,550 habitantes.

Cronología de los presidentes municipales de Nahuatzen

1939-1941 C. Evaristo Lemus López
1942-1944 C. Esteban Herrera
1945-1946 C. Braulio Ortega
1947 - C. David Molina Álvarez
1948 - C. Fidencio Chávez Pérez
1949 - C. Jesús Pastrana Gálvez
1950 - C. Francisco Mier Pineda
1951 - C. Jesús Magaña
1952-1954 C. Santiago Castillo Álvarez
1955 - C. Gorgonio Paleo Herrero
1956 - C. Manuel Maldonado A.
1957 - C. J. Manuel Montiel
1958 - C. Herlindo Rentería Leal
1959 - C. Francisco Mier Pineda
1960-1961 C. Dr. Roberto Herrera Pineda
1962 - C. Salvador Ponce Daniel
1963-1965 J. Jesús López Paz
1966-1968 C. Consuelo Bernal Velázquez
1969-1971 C. Leopoldo Ortega Servín
1972 - C. Profr. Adalberto Dueñas Avilés
1973 - C. Justo Velázquez Núñez
1974 - C. Pedro Rodríguez Ruán
1975-1977 C. J. Jesús Chávez Álvarez
1978-1980 C. Silviano Núñez López
1981-1983 C. Manuel Román Ruíz
1984-1986 C. Alfredo López Paz
1987-1989 C. Luis Manuel Morales Ortega
1990-1992 C. Santiago Hernández García
1993 - C. David Otlica Rosete
1994-1995 C. Profr. Florentino Ruiz Neri
1996-1998 C. Profr. Juan García Zúñiga
1999-2001 C. Martín García Avilés
2002-2004 Marín Saenz

jueves, 2 de abril de 2009

“¿De cuál periodismo hablamos?”






Entrevista a Luis Alberto García Aguirre, Jefe de Vinculación con Medios y Corresponsales Extranjeros del Instituto Federal de Acceso a la Información


“Cuando se me cuestiona: ‘¿por qué estudiaste éso, para qué arriesgarse, por qué si en el incendio la gente huye, los periodistas van para adentro?’, les contesto: simplemente porqué está ahí, porqué existe el hecho”.

De sangre azul y piel dorada desde 1964 en que inició el bachillerato universitario y entró en la vida profesional como informador cuatro años después, a él no parece faltarle nada por realizar; pero su pensamiento abierto y generoso lo impulsa a seguir trabajando por México y por los periodistas desprotegidos del país.

Así lo hizo de 1995 a 2002, cuando colaboró con Reporteros Sin Fronteras (RSF) de París y el Comité de Protección a Periodistas (CPJ) de Nueva York como su delegado representante en México, apoyando también a la Fraternidad de Reporteros de México, a la Fundación Manuel Buendía y otras entidades gremiales nacionales.

Ésas y otras pasiones lo llevaron a sacrificar muchas cosas, a conocer el olor a muerte en frentes bélicos africanos y latinoamericanos, a vivir el peligro y la incertidumbre en Angola, Sudáfrica, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, las islas Malvinas y Colombia; pero, más allá de todo, agradece lo que le ha dejado tan noble carrera.

Hoy es parte del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI); pero detrás de esa personalidad sonriente, simpática, amigable, se esconde un hombre sediento de justicia y progreso para un México con libertades, decente y sin corrupción, aunque sería mucho pedir, según él.

El origen
Nacido el 8 de julio de 1948 frente de la columna de la Independencia, en la colonia Cuauhtémoc del Distrito Federal, Luis Alberto Adrián García Aguirre, fue educado bajo la notable influencia ideológica de sus padres: doña Clemencia Aguirre Linares, de origen español, y don Miguel García Munguía, médico cirujano de Pátzcuaro, Michoacán.

“Mi madre, cuya familia es originaria de Oñate, provincia de Guipúzcoa, al norte de España, se casó en 1937 en México a la edad de 23 años, para después inculcarnos gran solidez de pensamiento, mientras mi padre, modesto médico de provincia nacido en 1907, nos transmitió su arraigado nacionalismo, herencia de mi abuelo, el doctor Gabriel García Romero, benefactor y patriota michoacano fallecido en 1915, a los 44 años de edad”.

Desde pequeño, Luis Alberto tuvo oportunidad de establecer contacto con las amistades de sus padres, entre cuyos hijos se encontraban jovencitos más o menos de la misma tesitura educativa que le marcaron de alguna forma la manera de ser, estudiar, pensar y actuar.

Su vicio mayor ha sido la lectura, y cuentan sus primos que de pequeño se aburría en las reuniones familiares, pues prefería arrinconarse a leer mientras ellos jugaban, a él no le gustaba eso, y tanto tiempo después, los textos de aventuras, las biografías, novelas históricas y libros-reportajes –por ejemplo, Los indios de México de Fernando Benítez, La piel y la entraña de Julio Scherer, La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, Cuernavaca ante El Vaticano de Luis Suárez, Hiroshima 1945 de John Hershey, A sangre fría de Truman Capote, Recuerdo de la muerte de Miguel Bonasso, Las rayas del tigre de Guillermo Thorndike, La charola de Sergio Aguayo Quezada, Guerra en el Paraíso de Carlos Montemayor, El ejército de Dios de Álvaro Delgado, Operación Masacre de Rodolfo Walsh, La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe, Biografía del Caribe de Germán Arciniegas, Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, Filipinas es mi jardín, Los topos, La primavera del Este y Adiós Hong Kong de Manuel Leguineche, La guerra de Angola, El Sha, Ébano y El imperio de Rizsard Kapuscinski , Reportaje al pie de la horca de Julius Fucik, Operación Carlota de Gabriel García Márquez y El Cártel, En estado de alerta y Horas extra de Jesús Blancornelas, La lejanía del tesoro de Paco Ignacio Taibo II y Despachos de guerra de Michael Herr- están entre sus preferidos, recomendados por él a colegas, alumnos, parientes y amigos por igual.

Dice tener esas preferencias, porque algunos de esos autores se meten en sus personajes, como Capote y Bonasso, exponentes de la non fiction novel, no creadores de un nuevo periodismo, sino de una diferente forma de hacerlo, y así le ocurrió a Luis Alberto al fantasear en lecturas que de niño lo impactaron e introducirse en los protagonistas de las mismas, por ejemplo, Guillermo Tell: “Esto fue en julio de 1960, justo cuando acababa de cumplir los doce años y padecer una larga enfermedad que me llevó a guardar reposo varios meses, tiempo que aproveché para leer El libro de nuestros hijos, que contenía la historia de la ballesta, el niño y la manzana”.

Y añade: “Entonces fui definiendo una vocación, pues tenía inquietud y curiosidad por las cosas, por el mundo, por mi país, sus lugares y su gente: fue así como nació esa fascinación por la literatura, la historia universal y nacional, no así por la lógica y, en la Universidad, por la teoría de la comunicación, que siempre me ha parecido árida, aburrida, sin alma, aunque es necesario estudiarla”.

A pesar de su interés por aprender cada vez más, su gran falla siempre fueron los números: “Estaba peleado con la aritmética y la geometría, posteriormente con el álgebra y la trigonometría, y me quedé atorado permanentemente en esas materias, a tal grado que iba que presentar exámenes a título de suficiencia especiales para poder librar esa situación”.

Esa circunstancia provocó tal mortificación en sus padres, que llegaron a decirle: “Eres un mal ejemplo para tus hermanos”, algo que hoy define como ironía, ya que su hermana María Cristina, tres años menor que él, se convirtió en matemática y su hermano menor, Miguel Ángel, lo culpa de haber estudiado estadística y antropología social al mismo tiempo.

“Mi hermano tenía 14 años y yo 20, le di a leer un libro titulado Escucha, yanqui del sociólogo estadounidense C. Wright Mills editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), quien realizó un importante estudio sobre la Revolución cubana, y eso fue lo que lo impulsó a ser antropólogo según cuenta”.

Miguel Ángel García está en la lucha por la justicia social en el sureste mexicano, en Oaxaca y Chiapas, al frente de la organización no gubernamental Maderas del Pueblo del Sureste, dedicado a dar asesoría y apoyo a las comunidades indígenas de esa región en las que Dios no se detuvo, como dicen allá.

Para Luis Alberto el camino único fue el periodismo, fortalecido con estudios de comunicación política y relaciones internacionales, reconocido por sus colegas contemporáneos como excelente reportero, editor, traductor, director de revistas y periódicos, guionista, productor de televisión y radio, profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Iberoamericana (UIA), con una vida dedicada a aprender, enseñar y compartir.

Formación inmodificable
Su vocación cada día más sólida por las letras lo llevó a ingresar a la Escuela Nacional Preparatoria número 1, Gabino Barreda, cuya sede era entonces el edificio colonial del Colegio de San Ildefonso, en el corazón mismo de la capital del país, en donde tuvo por primera vez la satisfacción de ver su nombre impreso en un papel periódico, en octubre de 1967.

“Mi primer trabajo periodístico se publicó en un pequeño diario estudiantil titulado Lid: se trataba de una crónica que realicé sobre la presentación de Carlos Lyra, compositor, poeta y literato brasileño, quien recién llegaba del exilio a México, luego del golpe militar en Brasil, en abril de 1964, después de vivir en otros países y darme las primeras lecciones de portugués en la mesa de un café que ya no existe, el Lobo Bobo de Insurgentes Sur”, dice Luis Alberto nostálgico y agradecido.

La llegada del compositor lo marcó, ya que produjo su primera publicación y se enamoró de la bossa-nova, estilo musical brasileño de principios de la década de los sesenta, en tiempos en que –confiesa- ya se interesaba por las coleguitas bachilleres a quienes susurraba al oído la Chica de Ipanema y Mais que nada, piezas inmortales de Joao Gilberto y Sergio Méndes, símbolos de aquella famosa música cadenciosamente romántica de la tierra más verde de América del Sur.

Su formación académica se vio empapada con la presencia y enseñanza de míticos profesores, reconocidos por ser grandes pensadores, escritores, científicos y periodistas, entre ellos María Canales, Vicente Méndez Rostro, María Teresa de Landa y Ríos, Francisco de la Borbolla, Henrique y Pablo González Casanova, Enrique González Pedrero, Rubén Salazar Mayén, Francisco López Cámara, Arnaldo Córdova, Gustavo Sáinz, Miguel Barbachano Ponce, Gabriel Careaga, Sergio Colmenero, Octavio Rodríguez Araujo, Miguel Ángel Granados Chapa, Froylán López Narváez, Fernando Benítez, Antonio Delhumeau, Manuel Buendía entre otros, a quienes se sumarían el boliviano Mario V. Guzmán Galarza, quien lo presentó a Rodolfo Puiggrós, ex rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UNBA), patriarca del exilio argentino en México de quien Luis Alberto fue adjunto de cátedra de febrero de 1975 hasta su muerte en noviembre de 1980.

Con él aprendió de arriba abajo la historia de América Latina y, entre paréntesis, vale la pena decir que Luis Alberto apoyó solidariamente a periodistas perseguidos que, gracias a él, encontraron trabajo en México, funcionando como enlace entre ellos y columnistas influyentes del prestigio de Manuel Buendía, quien se encargó de denunciar las atrocidades de la dictadura militar de Jorge Rafael Videla y las tentativas de asesinato en contra de la dirigencia opositora en el exilio, mediante una labor clandestina de nuestro entrevistado, reconocido por el gobierno de Néstor Kirschner junto con otros mexicanos al cumplirse el trigésimo aniversario del golpe que impuso el terrorismo de Estado en Argentina en marzo de 1976.

Ingresó al bachillerato en 1964 con Armando Díaz López, su amigo más antiguo, entre los más queridos desde entonces, teórico político y sindicalista comprometido siempre, y también compartió aulas con el escritor Paco Ignacio Taibo II y la actriz Ofelia Medina: “Luego –prosigue- los cuatro fuimos a dar a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en el convulso 1968, con la enorme suerte de haber tenido maestros que nos enseñaron a escribir y a poner puntos y comas como era debido, hasta obtener la licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva con un jurado de lujo: mis sinodales fueron Buendía, Granados Chapa, los escritores argentinos Cristina Carnevale y Máximo Simpson y el gremialista chileno Hernán Uribe Ortega, secretario general de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP)”.

Catedráticos como Puiggrós, quien recomendaba siempre partir de las realidad de nuestras naciones para el análisis de sus contradicciones, le ayudaron enormemente a su formación como periodista y tiene hasta la fecha muy presentes sus enseñanzas, lo mismo que las lecciones del profesor Buendía: “Él decía que todo buen reportero debía tener una vasta agenda personal y un buen archivo bajo el brazo, o si no dedicarse a otra cosa.”

En suma, su preparación se vio forjada por el contacto que estableció con los perseguidos de las dictaduras de Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Chile y su participación en el movimiento estudiantil de 1968, cuando, siendo apenas un mozalbete de 20 años recién cumplidos, testimonió la represión y tortura de sus compañeros Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Romeo González Medrano, Salvador Ruiz Villegas, Félix Hernández Gamundi, Raúl Álvarez Garín y Luis González de Alba entre muchísimos otros, que con la guía y la orientación ideológica del ingeniero Heberto Castillo Martínez no se conformaron con ser ex presos políticos y enseñaron todo lo que sabían: “Decían que lo único que podrían agradecerle a Gustavo Díaz Ordaz fue haberles dado tiempo para estudiar y reflexionar sobre la realidad mexicana”.

Su mundo
García Aguirre no se cree con la autoridad ni la confianza de dar consejos; pero opina resueltamente que, un buen periodista, debe ser “el inquieto, el curioso, el metiche, el que gusta de la aventura, aquél que rescata lo mejor de un hecho para narrarlo, quien debe contar además con solidez cultural, pues saber escribir significa poner los adjetivos necesarios, dar la nota con puntualidad, haciendo uso correcto de la lengua castellana”.

Destaca con argumentos algo que un profesor muy querido le decía: “La mejor forma para aprender a escribir es leer, sobre todo a los grandes periodistas, porque algo se nos contagiaría sin remedio, añadiendo un consejo invaluable: un buen periodista debe servir a través del periodismo y no servirse de él, debe rechazar la corrupción, el invento y la mentira, proteger sus fuentes, los datos personales y buscar el acceso a la información”.

Afirma que, pese a todo, históricamente, desde los tiempos de Joaquín Fernández de Lizardi y su Periquillo Sarniento, el periodismo mexicano ha participado en el rescate de valores que queremos y buscamos, justa, libre, generosamente:“Esta profesión debe ser valiente y creativa, lamentablemente hoy en manos de traficantes de la información, mezclado en una alianza deleznable, indeseable e indecente con el poder, especialmente por parte de la radio y la televisión privadas”.

Añade molesto: “Un factor negativo de nuestro periodismo, con todo y sus grandes valores, es la complicidad con el poder económico que lo ha convertido en un periodismo de mercado, ausente de trabajos de propuesta, que digan lo que otros callan, valiente y desligado del peso enorme del poder político”.

Remata así esta parte de la entrevista, realizada una mañana calurosa bajo los eucaliptos del parque de Los Viveros de Coyoacán: “¿De cuál periodismo hablamos? Queremos un México decente, enaltecedor de nuestro nacionalismo, que nos obsequie valores al alzar la voz y al pronunciar cada sílaba. Desagrada la falta de honestidad ante la que el país permanece opaco por la falta de propuestas sobre transparencia y rendición de cuentas, por ejemplo en las campañas electorales. Estamos ante la enorme posibilidad de sacarlo adelante, a pesar de los pesimistas que afirman no es una nación viable”.

Luis Alberto Adrián considera que su debut verdaderamente profesional, con una paga de 125 pesos semanales, fue en febrero de 1969 en la revista Presagio dirigida por José Pagés Rebollar -hijo de José Pagés Llergo, director y fundador de la revista Siempre!-, quien le dio la enorme oportunidad de aprender en la práctica por las mañanas todo lo que, en paralelo, asimilaba por las tardes en términos teóricos en nuestra Universidad Nacional.

Con talentosos jóvenes de aquella época que eran colaboradores de Presagio como Diego Valadés Ríos, Enrique Krauze, José Dávalos Morales, Adalberto y Gustavo Adolfo Zapata, Javier Fernández Aguilar, Norma Philippe, Marcela Domínguez Lacroix, Enrique León Martínez, Miguel Kolteniuk y Jorge Ruiz Dueñas, Luis Couturier, Gabriel Flores y Guillermo Ceniceros -seguidos después por Jorge Meléndez Preciado, Humberto Musacchio y Miguel Ángel Flores, con los cuales compartió ideas y espacios en El Universal-, Luis Alberto vivió el cierre del semanario debido a la represión de Díaz Ordaz, al ser una revista de oposición política. “Mi paso por Presagio fue, sin duda, parte de una formación que fortaleció mis convicciones y conocimientos”.

Su inserción profesional lo llevó a crear fuertes relaciones amistosas, las cuales a lo largo de tantos años de carrera, ha sabido cultivar y conservar para ser reconocido por su entrega profesional, debido también a la facilidad que tiene para hablar portugués y otros tres idiomas, además de ser una persona responsable y confiable, leal, solidaria y compartida, como lo recuerdan Rafael Serrano, José Antonio Carillo, Leo Otero, Rafael Gutiérrez, Roberto Calleja, Enrique Vallejo, Fernando Valdés Flores, Guadalupe Ferrer y Amalia Frías Santillán, todos sesenta y ocheros de la primera hora.

Tales características le abrieron las puertas al mundo de los medios internacionales: su debut como corresponsal de un medio extranjero fue en 1979 con Radio Noticias del Continente de San José, Costa Rica, desde la ciudad de México, para, tiempo después, colaborar regularmente con los Cadernos do Terceiro Mundo, Ecología e Desenvolvimento, la Empresa Brasileña de Noticias (EBN) y Cable News Network (CNN) de Estados Unidos.

Se convirtió en corresponsal de Siempre! y el diario El Universal en la antigua República Federal Alemana (RFA), a donde fue a dar con Pagés Rebollar y Serrano en abril de 1972: “Mi trabajo consistía principalmente en conseguir entrevistas con personajes destacados de la política, la economía y la sociedad alemanas, entre ellos el canciller Willy Brandt, de quien guardo uno de los recuerdos más impactantes de mi vida, al escuchar un casi monólogo inteligente e inolvidable”.

Su contacto en aquel país con el agregado cultural de la embajada mexicana en el país europeo, José María Pérez Gay, le permitió realizar cursos temporales en la Universidad de Colonia y regresar a México con importantes herramientas intelectuales.

Para Luis Alberto García -quien ha colaborado en medios impresos y electrónicos nacionales e internacionales en todos los géneros para ir recorriendo el mundo, incluida la cobertura de eventos deportivos y de espectáculos, políticos, económicos, religiosos y culturales- vivir en el extranjero es un enorme referente, pues desde fuera se tiene otra perspectiva de la nación mexicana y se regresa al país con un aprecio extraordinario de sus valores, reteniendo con mayor lucidez las cosas.

“Los viajes ilustran, enseñan mucho, y lo que debemos hacer es comprender las distintas realidades y tomar lo mejor de ellas”, agrega en este amplio recorrido de su vida, permitiéndose conocer, por ejemplo, a Luis Inácio Lula da Silva, a quien vio por primera vez en Brasil en 1978, cuando ya empezaba a ser un reconocido dirigente sindical en Sao Paulo: “Era un líder en potencia desde que formaba parte de la oposición en contra de un gobierno militar represivo y rapaz, fundador del Partido de los Trabajadores (PT) dos años después, sin imaginar que se convertiría en presidente constitucional de la nación en octubre de 2002”.

Luis Alberto evoca un hecho relevante y emotivo para él durante la visita a México de una delegación brasileña realizada en septiembre de 2003, en la que el presidente Lula le obsequió un libro biográfico de la socióloga Denise Paraná firmado por él: “Fue una sorpresa para Vicente Fox y todos los presentes, quienes seguramente se preguntaban: ‘¿bueno, y ese señor de barbas y anteojos ¿quién es?’. Es una de las grandes anécdotas de mi carrera”.

A partir de 1975, en las revistas Jet set, Él e Interviú se especializó en la crónica deportiva, reconociendo a Manuel Seyde y Francisco Ponce como maestros de un género tan creativo, porque permite hacer literatura y periodismo al mismo tiempo, como habitualmente lo reflejan Eduardo Galeano, Juan Villoro, César Luis Menotti y Jorge Valdano en sus libros.

Cuenta que admira a Ernest Hemingway y Gabriel García Márquez, premios Nóbel de Literatura en 1954 y 1982, a colegas como su profesor Fernando Benítez, Manuel Leguineche, Miguel Bonasso y Rizsard Kapuscinski, quienes han ejercido una influencia siempre positiva en su vida, sobre todo este último: “Kapuscinski, un verdadero maestro de periodistas, es autor de los mejores reportajes que hemos leído, con la enorme cualidad de crear obras que combinan todos los géneros imaginables, empezando por la crónica y el reportaje”.

Sin embargo, la experiencia le ha demostrado que la entrevista es sumamente apasionante, considera que pone en marcha la memoria y recuerda a sus entrevistados, a los cuales guarda gratitud por los momentos compartidos, por permitirle participar de sus reflexiones y pensamientos.

Una de sus más grandes experiencias como entrevistador fue cuando tuvo la oportunidad de convivir una tarde completa con Muhammad Alí, Cassius Clay, el campeón mundial de los pesos completos de 1964 a 1975: “Fue en Lake Livingston, a sesenta millas de Houston, Texas, en noviembre de 1976, sin que pasen por alto aquellas otras entrevistas que me dieron seres humanos admirables, hombres y mujeres, desde líderes guerrilleros a jefes de Estado, personajes políticos y caudillos culturales de la más alta talla”.

En cuanto a los medios de comunicación, lo que más le gusta es la prensa escrita, a pesar de que ha incursionado, dirigido, y escrito para radio y televisión en Estados Unidos, Brasil y Francia, aunque confiesa que no le llaman mucho la atención al argumentar que son efímeros, fríos, cuyos contenidos pasan rápido, se van: “En cambio los periódicos o revistas permanecen hasta en la peluquería, como decía sabiamente mi padre. El periodismo escrito es algo que está vivo, y no porque esté guardado en la hemeroteca o en la casa está muerto, pues es algo a lo que puedes recurrir en términos de investigación documental, hoy a través de internet”.

Una vertiente más en su vida ha sido la política y se declara fiel a la izquierda mexicana, a la que tiene principios, y tal filiación también se la debe a su padre, debido a que el doctor García Munguía se incorporó en 1934 al movimiento impulsado por el general Lázaro Cárdenas del Río para rescatar la industria petrolera nacional cuatro años después.

“Fue su amigo hasta los últimos días de su vida, en octubre de 1970. De ahí que mi padre apoyara conmigo y mi hermano Miguel a la Corriente Democrática (CD) para incorporarnos después al Frente Democrático Nacional (FDN) por sentir una admiración profunda hacia el general y su familia, que hoy se traduce en fuerte amistad con Cuautémoc Cárdenas, sus hijos Lázaro y Cuauhtémoc, su esposa Celeste Batel y doña Amalia Solórzano de Cárdenas”.

Perteneciente al grupo fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 1989, García se mantuvo fuera de él al observar el comportamiento deshonesto de muchos de sus militantes hasta que, a petición de su profesora Ifigenia Martínez, de diciembre de 2004 a mayo de 2005, formó parte de la coordinación de información en la campaña de Yeidckol Polevnski, candidata de esa formación política al gobierno del Estado de México, con el objetivo de posicionarla ante los medios y la ciudadanía, cargo del que fue removido sin aviso por la imposición de otro equipo de prensa enviado por Andrés Manuel López Obrador en apoyo de la empresaria, semanas antes de las elecciones estatales mexiquenses el 3 de julio de 2005.

“Para quienes hemos tenido un desarrollo profesional como el mío, la política resulta decepcionante al encontrarnos con los mentecatos, mendaces y deshonestos, cuyo objetivo final sólo es el disfrute del poder para ellos y sus cortes de lambiscones; pero, si he participado en ella activamente –como en 1971, al crearse el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT)- ha sido de buena voluntad y porque siempre me ha gustado el contacto con los protagonistas que he sentido valen la pena, aunque a veces nos equivoquemos”.

No fue así con quienes –asegura- guardan ciertos principios de decencia, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, Heberto Castillo y Porfirio Muñoz Ledo, y hay otra anécdota: “Este último me llamó ‘héroe de la transición’ en 2003, por haber dado a conocer en 1987 el movimiento democrático opositor al gobierno de Miguel de la Madrid a la prensa extranjera, destacando la tarea de dirigentes honestos y valientes al frente de algo que cambió la historia política mexicana para siempre”.

El “brasileñólogo”

La explosión de la bossa-nova brasileña, su amistad con Carlos Lyra y el fútbol fueron los detonantes de su fascinación por Brasil: “Su inmensidad territorial, su dulce idioma portugués, su independencia incruenta contrariamente a todas las guerras que se dieron en naciones latinoamericanas y mi contacto con su gente, me convirtieron en brasileñólogo”

La nación sudamericana siempre llamó su atención, y con base a sus estudios descubrió la enorme diferencia de su formación como nación respecto a las otras que integran la América nuestra: “El primer contacto que tuve con brasileños fue cuando conocí a unos morenos hospedados en un lugar conocido como Suites Emperador, en la colonia Narvarte, aquí en México. En 1959, mi padre y sus amigos del equipo capitalino Atlante me presentaron a mi y a otros niños a Edson Arantes do Nascimento Pelé y, un año antes, a Manuel Francisco dos Santos, Garrincha, cuando se iniciaron los célebres torneos Pentagonales en los que participaron el Santos de Sao Paulo y el Botafogo de Río de Janeiro”.

Narra que, a la edad de diez y once años, tuvo esa oportunidad: “Siempre he dicho que fue como haber visto de cerca a Dios y a dos de sus arcángeles, tocarlos y saludarlos siendo sólo un niño, situación que influyó en mi pasión por el fútbol, además del fanatismo que compartí con mi hermano –está con el Toluca desde chiquito- y con mi padre el atlantista”.

En Río de Janeiro realizó un diplomado de Historia de Brasil, domina al cien por ciento el portugués y realizó una tesis entre los años 1964 y1981 llamada Brasil: El Cesarismo de los Mariscales. “Tanta fascinación –que entró por el balón, el alarido en los estadios y la música popular brasileña- finalmente me llevó a residir, trabajar, estudiar y desempeñarme profesionalmente en la nación sudamericana en 1978, 1985 y 1990, años en que fui corresponsal de la Agencia Mexicana de Noticias (Notimex) y la Agencia Latinoamericana de Servicios Especiales de Información (ALASEI), dedicado también a traducir del portugués al español los libros clásicos La magia de los cristales e Historia del candomble afro- brasileño.

En 1989 escribió el libro-reportaje Amazonia: la frontera verde, que dibuja en cabalidad el drama de la destrucción de las selvas brasileñas y sus efectos sobre el planeta, y 1993 lo dedicó al texto Brasil en blanco y negro, reveladora historia que relata el grado de corrupción alcanzado por Fernando Collor de Mello, efímero mandatario que hizo de la cleptocracia un estilo de vida en una nación de mayorías inmensamente pobres.

Además de enviado especial como reportero, fue intérprete simultáneo en eventos internacionales en Angola, Portugal, Mozambique y Cabo Verde, lugares donde se habla la hermosa y dulce lengua lusitana, además de haber formado parte de la brillante generación de alumnos 1978 - 79 de la prestigiosa fundación Getulio Vargas.

Sueños, miedos y aficiones

Su cubículo en el área de Comunicación Social del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), en donde desempeña la jefatura de Vinculación con Medios y Corresponsales Extranjeros acreditados en México, no sólo alberga una computadora, periódicos y libros, sino mapas mundiales, carteles de un Lula sonriente que dice en portugués “Quero um Brasil decente”; fotografías de la cantante Thalía, Willy Brandt, Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, además de caricaturas y una vieja imagen del general Lázaro Cárdenas que, evidentemente, dan vida y colorido a tan pequeño espacio.

“Thalía y su hermana Ernestina me tocan el corazón: soy buen amigo de ellas y de su familia, y también me gustan Elefante, Maná, Chayanne, Alejandra Guzmán, Shakira, Luciano Pavarotti, Alfredo Zitarrosa, Roberto Darvin, Patxi Andión y Michael Bublé, cantante canadiense al que le ronca la carabina como diría mi querido amigo y maestro cubano Nelson Notario, y como se ve es una combinación entre lo viejo y lo actual, ya que también me agradan Johnny Laboriel, Enrique Guzmán, César Costa, los Platters, los Beatles, los Rolling Stones, los Doors, Janis Joplin, Jimmy Hendrix y Carlos Santana”.

Una tierna sonrisa se dibuja en el rostro de Luis Alberto al hablar de sus amistades y el fútbol, dos de sus grandes gustos. “Soy bien leña, bien cuate con mis cuates, converso muchísimo y convivo con ellos cada sábado en los cafés y librerías de Polanco y la colonia Roma, y siempre los respeto porque me agrada que me respeten, no meterme con nadie para que nadie se meta conmigo”.

De vuelta al fútbol, desde los diez años tuvo contacto con ese deporte: “Ya lo dije: mi padre fue directivo del Atlante cuando era propiedad del general Juan José Núñez -ex miembro del Estado Mayor Presidencial del general Cárdenas-, quien le encomendó la tarea de observar a los primeros futbolistas brasileños que venían de Brasil al Club Oro de Guadalajara, entre ellos Necco, Carlos Peters, Nicola Gravina, Paulo Martorano, Luis Juracy y Adhemar Ferreira, mis primeros ídolos antes de convertirme en fanático irredento de los Pumas de la Universidad Nacional, luego de su ascenso a la Primera División en 1962 y, en Brasil, del Flamengo, campeón mundial de clubes de la mano de Arthur Coimbra Antunes, Zico, en 1981”.

Dice que el deporte es bello, con un “pero”: “Como ahora todo es mercado, ha caído en el comercialismo, y por ello son merecidas las críticas al falso nacionalismo que promueve el duopolio televisivo en México, que disfraza de verde a quien se deja, o le pinta la cara en nombre del fútbol, que no debe ser pan y circo como fue en Brasil en tiempos de una dictadura militar que se prolongó más de dos decenios”.

Con vasto currículo, incursiones en todo tipo de medios y géneros periodísticos en otras partes del mundo, profesor y analista fundador del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI), organización de reflexión y propuesta con sede en la capital mexicana, Luis Alberto García tiene pendiente escribir un anecdotario de muchas historias cortas, sobre todo lo que recuerda haber vivido desde octubre de 1967 como periodista, que abarcaría recuerdos de viaje a la guerra y a la paz, de amigos y detalles sobre las enormes gratificaciones que le ha brindado el periodismo.

“En el fondo –casi concluye- me hubiera gustado ser historiador o marinero, pues la historia y el mar son insondables, caracterizados por su belleza y su misterio, y debe decirse que he presenciado de todo; pero sin volverme invulnerable. Mi anhelo más grande es que, al morir de forma tranquila y digna, quietecito, quede un buen recuerdo de mi y de mis acciones; en tanto mi mayor temor es que la juventud no tenga una orientación correcta a sus inquietudes y caiga en el engaño, la manipulación radiofónica y televisiva, la ignorancia y la ausencia de valores, partiendo de que tengo un hijo nacido en octubre de 1981, Miguel Antonio, quien se inició como periodista en TV Cable con Maité Noriega, otra amiga inigualable”.

Como al resto de sus contemporáneos, a Luis Alberto no le agradaría que los jóvenes cayeran en la superficialidad, sin preocuparse por su entorno y sin actuar por México: “Deberán basar su desarrollo en una formación intelectual y moral heredada de sus mayores”.

El IFAI es trinchera

Como antiguo integrante de organizaciones defensoras de los periodistas y en su desempeño como vínculo con medios y corresponsales extranjeros en una institución federal –su actual y minúscula trinchera- se preocupa obsesivamente por atender a sus colegas, promoviendo el derecho a la información y la transparencia, pues considera que el ocultamiento de la verdad es lesivo para la democracia, y por supuesto, para él y sus compañeros de trabajo, las agresiones son lamentables: “En el mundo, sin exceptuar a México, hay persecución a las ideas, y no hay duda de que eliminar ese fenómeno negativo también es, en lo general, responsabilidad nuestra como parte de la sociedad, y de los gobiernos en lo particular como parte del Estado.”

Dice para terminar: “Siempre estaré con mis colegas, y por ello hay que trabajar a favor de legislaciones que defiendan las libertades y la democracia no obstante el peso de las estructuras económicas y políticas; y no hay duda de que hemos avanzado en materias como las que a diario abordamos, sólo que esas leyes aún no se saben utilizar y es necesario aprenderlas. Todos los ciudadanos tienen derecho a pedir cuentas, ejercer sus libertades, y por eso es nuestro deber fomentar la cultura de la transparencia para que en México haya justicia y democracia sin condiciones, sin trampas ni mentiras”.






Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional Autónoma de México
Periodismo Especializado
Profesor Nelson Notario Castro
Gallegos Pineda, Ilse Nallely

miércoles, 1 de abril de 2009